
Escocia cumplió con la lógica y al pie del cañón con cada una de esas premisas. Se deshizo rápidamente (menos de media hora) de un apático Gales, que muy atrás dejó ese pequeño atisbo de reacción que le hizo pelearle palmo a palmo el match a Irlanda. Duró un suspiro. O más bien, hasta el lindo try de Murray.
A partir de ese momento, todo, pero absolutamente todo recaló en manos del dueño de casa. Sentenció la historia gracias a una buena producción en la etapa inicial, aseguró el bonus ofensivo para alzarse los cinco puntos, y después el contexto quedó enmarcado para una goleada para la posteridad.
Y, cómo era de esperarse, tal vez primó la caballerosidad deportiva. O los códigos aplicables a otro deporte. Porque el seleccionado del Cardo, pese a que anotó una nueva conquista apenas iniciado el complemento, bajó la guardia, la intensidad, el ritmo y lo que sea. Se durmió en los laureles y se relajó a disfrutar de su superioridad.
El Dragón sacó a relucir algo de su fuego sagrado. Descontó en un par de oportunidades, bastante seguidas entre sí, y decoró cifras. De hecho, pudo haberse llevado algo más, pero a Faletau, sin dudas el mejor exponente de la vieja guardia galesa, le anularon un buen cerca del final. A otra cosa los dos. Parecidos, aunque distintos…
RESUMEN
Ensayos: Kinghorn (5', 48'), Jones (10'), Graham (27'), Jordan (32')
Conversiones: Russell (6', 11', 28', 33', 50')
GALES (8+21): Smith, Dee, John, Rowlands, Jenkins, Morgan, Reffell, Faletau, T. Williams, Anscombe, Mee, B. Thomas, Llewellyn, Rogers y Murray -También jugaron- Lake, G. Thomas, Assiratti, Te. Williams, Wainwright, R. Williams, Evans y Roberts
Ensayos: Murray (23'), B. Thomas (60'), Te. Williams (66'), Llewellyn (83')
Conversiones: Evans (61', 67', 83')
Golpes de castigo: Anscombe (3')
Estadio: Murrayfield, Edimburgo.
Árbitro: Andrea Piardi, italiano. Amarilla a John en el 30'.