Esta primera mitad del año rugbístico ha estado marcada por los retiros. Hasta los hubo involuntarios, como el reciente de Juan Cruz González, el talentoso back de CUBA que en sus sueños imaginaba alcanzar lo que en varios momentos de sus carreras lograron tres glorias Pumas que dijeron "hasta aquí llegué" en los últimos meses.
Primero fue Juan Martín Hernández, forzado por una lesión; luego, Juan Fernández Lobbe y, ahora, Patricio Albacete. Con estos tres últimos se fue la última gran parte de aquel grupo irrepetible del Bronce de 2007, del que sólo quedan activos Juan Leguizamón, en el seleccionado y Jaguares, y Horacio Agulla, en Hindú.
Hoy toca escribir de Pato Albacete, quizá uno de los mejores segundas líneas que dieron los Pumas en toda su historia y, junto a Fernández Lobbe, el jugador argentino que más títulos logró en Europa. El gigante de 2 metros y 115 kilos nacido en el club Manuel Belgrano consiguió con el Toulouse francés tres campeonatos del Top 14 y una Copa de Europa. Disputó tres Copas del Mundo (2003, 2007 y 2011) y lució la celeste y blanca en 57 test. Fue un líder en la dura transición post 2007 y, sobre todo, cuando la UAR decidió ingresar al Rugby Championship, y eso, principalmente, le costó quedar abruptamente separado del seleccionado en 2013, cuando todavía estaba en un alto nivel .
Pero así como no se puede soslayar estos episodios, tampoco se puede centrar lo que significó Albacete sólo en lo que transcurrió entre 2012 y 2013. Quedará su estupenda actuación en 2007 -jugó todos los minutos; los 80 de los 7 partidos-; esa imagen de querer agarrar la pelota con los dientes en un ruck en el encuentro inaugural con Francia (locura in extremis, como lo marca la historia Puma) y esa pelota que pescó en medio del frío y la lluvia en la noche de Wellington, que después de una patriada de Felipe Contepomi concluyó en la genialidad de try de Lucas González Amorosino. Poco se recuerda en ese try dónde empezó todo: en Pato recuperando una pelota que era de los escoceses con el marcador y el reloj en contra.
Tras Australia 2003, en el cual con apenas 22 años -nació el 9 de febrero de 1981- Marcelo Loffreda lo puso de titular en el test inaugural con los Wallabies, se marchó a Francia. Primero a Colomiers, luego al Pau y en 2006 revolucionó al Toulouse, con el que ganó todo. Terminó la última temporada en el Racing de París compartiendo el line con su amigo Manuel Carizza.
Se instalará ahora en Buenos Aires, al frente de una sociedad de comercio exterior. Está culminando un Master en Francia y aquí se dedicará a su empresa y a otros negocios. Y en el horizonte está, claro, entrenar a la Primera de Manuel Belgrano, el club que es su lugar en el mundo.