Fueron las palabras de Liza Burgess, uno de los cuatro homenajeados en el World Rugby Hall of Fame presentado por Tudor la semana pasada, el orgullo de Liza, miembro número 142 era bien evidente.
Burgess, incluida en 2018 junto a Stephen Larkham, Ronan O'Gara, Pierre Villepreux and Bryan Williams, disfrutó su recorrido hacia la ceremonia en Rugby.
Como buena galesa, la futura capitana de su país, amaba el rugby, pero recién pudo jugarlo al instalarse en la universidad inglesa de Loughborough en 1983.
"Viendo los grandes partidos creciendo pensaba que fantástico sería por jugar rugby,” recuerda.
"En aquel entonces no teníamos esa posibilidad pero al ir a Loughborough, en cuanto supe que estaba el rugby, no lo dudé.”
"Hacía otros deportes como canotaje y hockey, pero poder correr con el balón fue fenomenal. La primera vez que lo hice quedé enganchada.”
Un juego distinto
Burgesss recuperó rápidamente el tiempo y jugó para Gran Bretaña aún antes de ser la capitana de su país en el primer test de su historia, frente a Inglaterra en 1987, un honor que tendría en 61 de sus 93 caps.
Fue miembro fundador de Saracens Women en 1989, ayudando a que el club londinense gane un histórico triplete cuatro años mas tarde. Entrenadora tras su retiro, también colaboró con los seleccionados nacionales de su país hasta que consiguió su actual empleo en Gloucester-Hartpury.
En los 31 años desde que lideró por primera vez a Gales, el rugby femenino a crecido a un ritmo vertiginoso.
"Es un juego diferente,” dice Burgesss. "Nos juntábamos a la mañana, había que pagar por la ropa de juego y los gastos de viaje, pero era lo que había que hacer ya que solo queríamos jugar.”
"Tuvimos un par de entrenamientos en Sophia Gardens antes del partido ante Inglaterra en Pontypool Park en 1987, teniendo que limpiar el terreno de caca de perro antes de entrenar. Fue grandioso!”
"Ver a donde llegó, al nivel de profesionalismo es un gran cambio, con todo lo que tienen las jugadoras. Es fantástico el progreso.”
Figura paterna del rugby femenino
Burgesss tiene un rol en el desarrollo del rugby femenino que comparte con jugadoras como Carol Isherwood, Nicky Ponsford y Anna Richards.
"Me veo como alguien que amaba el rugby y quería jugar lo mas que pudiera.”
Ese deseo por jugar tuvo en Jim Greenwood, entrenador de Burgesss en Loughborough y para Gran Bretaña, un gran aliado. Unirse a el en World Rugby Hall of Fame fue algo muy grato.
"Oh, él fue alguien monumental," Burgesss dijo de su fallecido mentor. "Jim fue, para mí, la figura paterna del rugby femenino en mi país.”
"Fue el primero en entrenar a Gran Bretaña pero además era muy innovador respecto del rugby femenino, inspirando a que queramos jugar y ser las mejores jugadoras posible.”
"Fue mi gran héroe y compartir con él un lugar en el Hall of Fame es increíble."
A pesar de su lugar en el panteón de las grandes figuras del rugby mundial, Burgesss está lejos de haber terminado su rol, buscando ser head club en el nivel de clubes, para lo que dejó temporalmente su trabajo como maestra para hacer un curso de desarrollo.
"Estoy disfrutando el poder concentrarme en ser entrenadora ya que mi objetivo es ser head coach un día.”
El cielo es el límite
Por su trabajo, Burgesss ve a las chicas de entre 16 y 18 años que participan del centro de alto rendimiento de cara a The Tyrrells Premier 15s, con becas en el Hartpury College.
Ya han surgido así dos campeonas del mundo en Alex Matthews y Ceri Large, algo que no entraba siquiera en los sueños de Burgesss cuando comenzó hace 35 años.
"Las chicas pueden estudiar, recibirse y además trabajar con un objetivo profesional hacia el deporte,” explica Burgesss.
Habiendo tenido un rol tan importante en el crecimiento del rugby femenino, Burgesss es muy optimista sobre el futuro.
"El cielo es el límite,” dice. “Hoy tenemos nivel profesional, circuito de sevens, Rugby World Cup.”
"Seguirá creciendo, mejorando, atrayendo mas gente y las jóvenes se sumará a jugar rugby. El rugby femenino seguirá mejorando.”
WR