La visita de los Māori All Blacks en Brasil generó múltiples beneficios tanto dentro como fuera del campo de juego.
El clímax de la semana de los Māori All Blacks en San Pablo fue el partido en el estadio Morumbí que cautivó a 34.450 personas, claramente un record de espectadores para el rugby brasilero. El resultado de 35-3 también demostró que el rugby en este país sudamericano está claramente en crecimiento.
"La visita terminó siendo un éxito en todos los aspectos," cuenta Agustín Danza, el CEO de una pujante Brasil Rugby. "Desde lo deportivo, fue muy bueno porque para nuestros jugadores jugar y ser competitivos contra un equipo con jugadores del Súper Rugby y algunos que habían jugado para los All Blacks una semana antes fue muy bueno. Quedaron con enorme confianza, más si pensamos que para el minuto 55, el resultado era sólo por 14-3."
El resultado final de 35-3 para la visita fue anecdótico, pero muy inferior a lo que muchos suponían sería una importante derrota del conjunto de Brasil.
Parte del éxito también quedó graficado con el interés que generó el encuentro en la semana previa, ganándole espacio en los medios a dos grandes eventos contra los que competía por interés y espectadores: la carrera de Fórmula Uno y el clásico entre Sao Paulo y Corinthians en el fútbol local.
"Además tuvimos lluvia torrencial durante el partido; aún así fue una gran fiesta en la que pudimos mostrarnos al público y a los auspiciantes," agregó Danza. "Desde el punto de vista comercial, además de la ganancia, fue un gran cartel de presentación para futuros patrocinadores y los que tenemos quedaron felices porque pudieron armar acciones que mostraron sus productos."
Dentro de los beneficios del encuentro, el partido se pudo ver en vivo por Twitter, con 180 mil seguidores, más del doble del promedio de las principales transmisiones deportes por esa red social.
Actividad en la semana
Durante la semana previa, además, hubo distintas actividades, entre ellas, la visita de los Māori All Blacks a Paraisópolis, una de las favelas más grandes de la ciudad, donde el rugby ha capturado muchos jóvenes. El crecimiento del rugby es imparable allí y el wing Roberto Tenorio, proveniente de Paraisópolis jugó en el quince titular de Brasil.
Además, se invitó a un grupo de periodistas a que conocieran el rugby, con una sesión de práctica con jugadores de ambos equipos.
"Creo que los Māori nos dieron un feeback muy positivo por lo que esperamos que puedan volver en el corto plazo y hacer una revancha en un par de años. Seguirá siendo una gran herramienta de difusión."
"Ya estamos pensando en la Americas Rugby Championship 2019 y el proceso de clasificación a Rugby World Cup 2023," sentencia Danza.
La visión desde dentro de la cancha no varió mucho, destacando todos los jugadores la gran experiencia vivida.
Vivencia muy intensa
Para uno en particular, la vivencia fue "muy intensa."
Josh Reeves (foto principal), uno de dos neozelandeses entre los brasileros – el otro, Jacob Mangin asistente del entrenador y coach de Brasil M20 – disfrutó enormemente jugar contra sus compatriotas, más allá de que casado con una brasilera y con un hijo nacido allí, sus raíces está afirmándose en Sudamérica.
"Si bien veníamos hablando de traer más de la cultura Tupi a nuestro equipo y nuestra preparación, lo que vimos con los Māori All Blacks fue importante; con toda la gente que hablé, destacaron como mostraron su herencia cultural," dice el apertura que jugará con los Utah Warriors a partir del año próximo.
Brasil enfrentó el haka con los brazos entrelazados, algo que, entience Reeves, es parte de la cultura Tupi. "Lo venimos haciendo hace tiempo, donde compartimos la energía. Sabíamos que sería un momento importante para nosotros y así lo vivimos."
Una vez que el partido comenzó, los nervios fueron desapareciendo. La lluvia fue un factor que "seguramente nos ayudó ya que creo que hubiera estado conforme perdiendo por 40, 50 puntos y sin embargo no fue así," explica el apertura que convirtió el penal desde casi 40 yardas, después de un scrum que ha sido repetido en las redes sociales miles de veces.
El futuro abre un optimismo renovado a partir de haberse probado con un equipo como el neozelandés y a Reeves le encantaría jugar más partidos de este nivel. "La gente acompañó, nosotros hicimos lo nuestro. Ojalá sigamos con partidos como éste."
Uno de los mayores recuerdos será la casaca que cambió con el 10 rival, Otere Black y que quedará en su colección más preciada.
"Después del partido, recibí muchísimos mensajes de mis amigos en Nueva Zelanda. Fue un gran fin de semana."
Foto: Joao Neto / FotoJump
MoHicanosrugby.com/GENRUGBY