De no haber sido un gran estudiante a ser campeón mundial con los All Blacks en cuatro años. Ese fue el recorrido del inglés John Gallagher.
"Mis resultados escolares no me permitían ingresar a la universidad,” le contó a World Rugby. “Entre a la policía de Londres pero luego me surgió la posibilidad de unirme, gracias a un amigo que había estado ahí un año antes allí, al Oriental Rongotai Rugby Club, club más conocido por ser el de Ma'a Nonu y Julian y Ardie Savea.”
"Le habían ofrecido volver a mi amigo pero no quiso y me lo comentó en un cumpleaños en el Askeans Rugby Club si me interesaba, y acepté.”
Ofrecimiento?
"Llegué en marzo de 1984 con la intención de jugar seis meses y volver a la Met Police.”
"A los tres meses decidí que no quería regresar a Lewishan, que las cosas me iban bien, tenía un buen trabajo haciendo ladrillos de cemento para uno de los auspiciantes del club y me preguntaron si me quería quedar un tiempo más.”
"Hablé con el presidente del club que, por suerte, el Ministro a cargo de inmigración en Nueva Zelanda.”
"Me dijo que por jugar únicamente para el club no me podían permitir quedarme, pero si quedaba en el equipo provincial de Wellington, que tenía siete All Blacks, eso podría ayudarme.”
"Por suerte, los All Blacks del equipo viajaron a una gira por Australia a mediados de 1984 y como estaba jugando bien para el club, me eligieron para jugar para Wellington contra Otago en Dunedin.”
"Me fue bien y cuando volvieron los All Blacks quede en el equipo; con eso conseguí que el ministro aprobara la extensión de mi visa.”
Viaje a Francia
Con el permiso para quedarse en el país, Gallagher se unió a la Policía de Nueva Zelanda en 1985 y trabajaba en ello a la vez que ganó el National Provincial Championship de ese año con Wellington.
Eso ayudó a que Gallagher fuera incluido en el plantel de los All Blacks que viajó a Francia en 1986. Si bien no pudo jugar en los dos test matches, sus cuatro partidos de un viaje de ocho encuentros, le valió una convocatoria para la primer Rugby World Cup un año más tarde.
Se dio una combinación de la gira rebelde de los Cavaliers a Sudáfrica, la derrota en la Bledisloe Cup ante Australia y la serie empatada con Francia para que los selectores nacional optaran por sangre joven en el camino a Rugby World Cup 1987 a jugarse en casa.
"No era seguro que fuéramos a ganarla, nosotros pensábamos que éramos los terceros favoritos detrás de Australia y Francia,” dice Gallagher, que debutó en un test match en el partido inaugural ante Italia, un triunfo por 70-6.
"Michael Jones y yo éramos los novatos en un equipo joven. Tardamos un poco en congeniar como equipo pero cuando comenzó el torneo, estábamos encontrando el buen juego y llegamos al pico durante el Mundial.”
Tras el triunfo ante Italia llegaron victorias con Fiji y Argentina, seguido del cuarto de final con Escocia.
"Sabíamos que serían duros, tras verlos empatar con Francia 20-20; fueron un rival difícil pero los exprimimos y derrotamos 30-3 en un partido más duro que lo que marca el resultado final.”
El pasaje a la final contra Francia se obtuvo con un claro triunfo ante Gales 49-6.
Frenando a Blanco
Un encuentro con su ídolo antes del partido sirvió para calmar sus nervios.
"Estábamos nerviosos ya que ambos equipos habían trabajado duro; Francia había derrotado a Australia en casa en semifinales,” recuerda.
"Serge Blanco era mi ídolo; camino al vestuario me abrazó y dijo: ‘Buena suerte, John!’. No podía creer que supiera quien era yo!"
El tenso primer tiempo terminó 9-0 para Nueva Zelanda gracias al try de Michael Jones; el partido terminó con el triunfo para los anfitriones por 29-9 ante un equipo francés que no pudo repetir su nivel de una semana previa.
"Con el tiempo supimos por comentarios de Philippe Sella y Blanco que había sido tan grande el triunfo ante los Wallabies que les costó volver a repetirlo. Aún así, recién cuando estábamos 29-3 y faltaban 10, 12 minutos, que pensé que ya lo ganábamos.”
"Su medioscrum Pierre Berbizier apoyó un try en el último segundo; tras la conversión el referí Kerry Fitzgerald confirmó que el partido había finalizado, para nuestra alegría.”
"La sensación de todos fue de alivio porque no era seguro que íbamos a ser campeones del mundo simplemente por ser los All Blacks. El peso de la expectativa finalmente se quitó de nuestros hombros.”
Con la alegría general del país, Nueva Zelanda se convirtió en un lugar más seguro después del triunfo, según confirma Gallagher.
"Jugamos un sábado; el lunes estaba nuevamente en Wellington con mi compañero y segunda línea Murray Pierce, también policía.
"Tuvimos que salir a patrullar la calle, algo fantástico. No creo que hayamos hecho ningún arresto esa semana.”
WR