Fue un entusiasta del rugby y del deporte en general. Hombre de mil anécdotas y muchas convicciones. De los que le decía a sus jugadores: “Muchachos, a los All Blacks no hay que tenerles miedo. Hay que jugarles”.
Rodolfo O’Reilly, Michingo para todos, dejó su impronta en el mundo de la ovalada, tanto en el CASI, su club, como en los Pumas. Falleció este miércoles, tenía 79 años y su partida provocó un hondo pesar en el ambiente rugbístico
En el Atlético de San Isidro fue campeón como jugador y también como entrenador, logrando los títulos en 1974, 1975, 1976, 1981 y 1982. Con los Pumas, tuvo dos ciclos como coach: entre 1981 y 1983 y de 1987 a 1990.
En su gestión se lograron relevantes triunfos en el exterior y en nuestro país, como los obtenidos frente a Sudáfrica (en Bloemfontein en 1982), al comando de Sudamérica XV y el día en que Hugo Porta marcó todos los puntos del histórico 21-12, y frente a Australia en Brisbane en 1993 por 18-3, en una de las mejores actuaciones de los Pumas. Disputó un total de 26 tests como entrenador de los Pumas: ganó 14, perdió 11 y empató 1.
Michingo O’Reilly también fue subsecretario de Deportes del gobierno de Raúl Alfonsín, en lo que fue la vuelta a la democracia en la Argentina en 1983. Pero haber sido fundador del Club Virreyes marcó un hito en su vida.
Hace algunos años, entrevistado por el diario El Norte, dejó en claro su esencia. “Gracias al rugby, han pasado muchas cosas lindas en mi vida. Como jugador y entrenador del CASI, he tenido la suerte de ganar varios campeonatos. Y como coach de Los Pumas, la alegría de victorias ante Australia, Inglaterra, Francia, y aquel recordado triunfo sobre los Springboks. Pero lo mejor que me pasó en el rugby se llama Virreyes”.
Y profundizó en la idea. “La esperanza reside en que aún hay muchos clubes que preservan el espíritu más noble de este deporte. Yo he recorrido -estos años- los clubes del Grupo 3 y Grupo 4, donde te encontrás con la gratificante realidad de que hay gente que hace grandes esfuerzos por preservar a los chicos dentro de ese oasis, en un mundo materializado como el que hoy predomina. Virreyes Rugby es uno de ellos, pero en el alto nivel también hay clubes con esta filosofía.
Ocurre que el alambre del dinero se corre cada vez mas, y va ganando terreno. Pero éste no es el rugby que yo quiero para mis hijos, ni para mis nietos. El rugby no es correr, saltar, tacklear y pasar. Parafraseando al Principito, el rugby es invisible a los ojos”, explica. Y añade: “Aquellos que decidieron que el rugby es un medio para ganar plata están dedicados al juego, no al rugby”.
El rugby ya lo extraña a O’Reilly y lo despide con honor.
La Nacion