Los ex jugadores de Los Pumas Julio Farías, Eusebio Guiñazú y Patricio Albacete.
Se termina un año complicado y difícil para todos en muchísimos sentidos. Un año en el que tuvimos que reinventarnos y donde la normalidad conocida hasta el momento, se transformó drásticamente de un día para el otro.
Y, aunque parezca una locura, pareciera que lamentablemente debemos llegar a vivir este tipo de situaciones extremas para valorar las pequeñas cosas: el vernos con familiares o amigos, el poder salir a comer o tomar un café, el poder viajar sin restricciones, etc. Pero como bien se dice, pareciera que “las cosas comienzan a valorarse, una vez que se pierden”.
En lo referido al rugby, también fue un año muy particular. Tanto a nivel local como internacional, los clubes han sufrido graves desfasajes económicos por el contexto en el que se ve envuelto el mundo desde hace meses, generando gran incertidumbre y distintas dificultades. Aún cuando la pandemia parecía llegar a su fin durante el verano en los países europeos, los rebrotes y posteriores restricciones que decidieron sus gobernantes, han sido un gran llamado de atención. Pero, paradójicamente y a pesar de que nuestro país corre con ventaja – si tenemos en cuenta que podemos observar con detenimiento cómo se desarrollan estos eventos en los países del Hemisferio Norte y tomar decisiones basadas en sus experiencias – pareciera que nuestros gobernantes se encontraran cada vez más perdidos.
Más allá de todo, creo que la situación más difícil fue aquella a la cual debieron sobreponerse los jugadores. Sin lugar a dudas, la incertidumbre que les ha tocado vivir, acompañadas de decisiones sin el análisis debido, poco acertadas y tomadas casi de forma impulsiva por los funcionarios de turno, no hicieron más que generar desconcierto y confusión.
Si tenemos en cuenta lo complicado que puede llegar a ser para cualquier deportista el encontrar motivación o poder fijarse objetivos sin tener una fecha cierta de regreso a la competencia, o sin siquiera saber cuándo iban a poder dejar de lado los entrenamientos “improvisados” dentro de sus domicilios, son aún mucho más valorables todavía los esfuerzos que llevaron a cabo los jugadores de los distintos niveles – amateurs y profesionales –. A nivel local, era emocionante ver el trabajo de jugadores y formadores que se conectaban vía teleconferencia para seguir en contacto, entrenando o teniendo charlas con deportistas, psicólogos y coaches.
En el plano internacional, a pesar de la poca actividad que hubo, fue un año que trajo aparejados importantes vaivenes. Luego de varios meses sin jugar y después de mucho tiempo sin verse las caras siquiera, Los Pumas lograron una histórica victoria contra uno de los mejores equipos del mundo y por primera vez. Este resonante triunfo se amplificó aún más dadas las adversidades que debieron superar los jugadores involucrados, con el fin de llegar en las debidas condiciones físico – técnicas requeridas a disputar un partido de este calibre. Muchas veces, debiéndose adaptar a situaciones complicadas y debiendo lidiar con otras responsabilidades como la familia, los hijos, los estudios, etc. De hecho, salió a la luz un video motivacional que era emocionante.
Sin embargo, pareciera que todo lo bueno dura poco y solamente dos semanas más tarde, ciertos jugadores de los más representativos del seleccionado nacional, se vieron envueltos en una gran polémica que involucró de una forma u otra, a todo el ambiente del rugby de nuestro país. Desde mi punto de vista hay muchísimos factores a evaluar, pero considero que esto fue claramente una maniobra de índole político, intentando tapar las repetidas e indiscutibles malas decisiones que tomó el gobierno de turno en diferentes áreas, durante la gestión de la pandemia.
Relacionado con esto, en primer lugar, me pareció lamentable que se buscara “politizar” la muerte de un deportista excepcional como fue Diego Armando Maradona, pero, además, sin realmente respetar el duelo, el dolor, y los deseos de sus familiares. Me pareció inexplicable que nuestros gobernantes actuaran en contra de todo lo que defendieron y exigieron al resto de la población durante meses fundamentando el deseo de preservar vidas – muchas veces sin ningún tipo de lógica- y organizaran un funeral multitudinario que no tuvo ningún tipo de control sanitario ni de seguridad, y que claramente se les fue de las manos.
El histórico número 10 y capitán del seleccionado argentino de fútbol, trascendió cualquier esfera política, social y deportiva en el mundo. Fue un tipo adorado en cualquier lugar del planeta, que le dio un reconocimiento y visibilidad inimaginables a nuestro país. A cuántos de nosotros nos ha ocurrido alguna vez que, al nombrar a nuestro país estando en los lugares más recónditos del planeta se hiciera la relación directa: “Argentina – Maradona”. Será recordado por siempre.
En segundo lugar, considero que hubo una clara mala intención de algunos medios de comunicación. La diferencia de actitud en sólo 15 días con relación a Los Pumas fue notoria. Los mismos chicos que hacía 15 días eran héroes, ejemplos de nacionalismo por la manera en la que defendieron la camiseta y por los gestos que tuvieron para con los hinchas presentes en tierras australianas, pasaron de pronto a ser tratados como delincuentes. ¿Con qué necesidad se pusieron a buscar tweets de estos chicos con 9 años de antigüedad, cuando, además, siempre han tenido una excelente conducta integrando el seleccionado nacional y representándonos como sociedad? ¿Por qué creen que estos tweets salieron a la luz justo en este momento si estuvieron ahí durante todos estos años sin que nadie hiciera ningún tipo de comentario? ¿Acaso alguien cree realmente que esto fue casualidad? ¿Era realmente necesario generar tanto revuelo por cosas que sucedieron hace casi una década? ¿No deberíamos, al menos, contextualizar correctamente el momento y las circunstancias en las cuales se dieron estos hechos? Tengamos en cuenta que en el momento que escribieron esas barbaridades – no hay otra forma para definirlas -, estos chicos tenían solamente 17 años, no eran “personas públicas” todavía, y tampoco estaban cerca de serlo.
Quiero aclarar que no pretendo ni es mi intención defender los repudiables tweets que escribieron en su momento los jugadores involucrados. De hecho, ellos mismos fueron los primeros en salir a disculparse ni bien los mismos se hicieron públicos y se los vio totalmente arrepentidos y avergonzados, dando la cara y asumiendo su falta. Qué bueno sería que TODOS – políticos, comunicadores sociales, periodistas y gente “pública”- actuáramos de la misma manera cada vez que dijéramos algo fuera de lugar. Porque la verdad, que en nuestro país y la sociedad en la que vivimos, pareciera que contáramos con una “memoria selectiva”.
Seguramente, hubo mucha gente que no quedó satisfecha con el homenaje que Los Pumas decidieron hacerle a Maradona. Coincido en que, a nivel institucional, debería haberse gestado un homenaje más importante para alguien tan representativo y que ha estado presente en distintas ocasiones siguiendo al seleccionado nacional, como lo fue el eterno número 10. Por otro lado, sabiendo el respeto que le tenían muchos integrantes del plantel y del staff, fue una gran sorpresa el que no hayan organizado algo más significativo.
Pero también, me gustaría dejar en claro que la organización de dicho homenaje nunca debiera haber recaído en los jugadores y, por lo tanto, no se los debe culpar. Éstos debían concentrarse y prepararse para rendir en la cancha lo mejor posible, y sinceramente creo que no les correspondía a ellos estar organizando este tipo de cosas. A lo sumo, podrían haber manifestado su deseo de que la Unión organizara algo más significativo de lo que finalmente se preparó. En definitiva, para algo existe la Unión Madre de nuestro rugby: la UAR.
En ese sentido, la Unión Argentina de Rugby actuó apresuradamente y cometió, a mi entender, numerosas equivocaciones. Si realmente fueron ellos quienes decidieron homenajear a Maradona de esa manera – como lo manifestara Marcelo Loffreda casi una semana después de los incidentes ocurridos – no deberían haber expresado que éste había sido tomado de común acuerdo con los jugadores.
Por otro lado, me pareció apresurada la sanción aplicada a los jugadores involucrados en los tweets, sin analizar antes, debidamente el contexto. Evidentemente sufrieron presiones que no pudieron soportar. Pero fue una sanción apresurada e innecesaria, sobre todo, si tenemos en cuenta que dicha sanción fue levantada apenas tres días más tarde… Lo que lleva a preguntarme, ¿Acaso lo hicieron porque creían que era lo correcto, o solamente decidieron retractarse porque el resto del equipo tuvo un apoyo unánime para con dichos jugadores, al igual que lo tuvieron los clubes y las uniones de todo el país? Porque, como bien dijo Guillermo Cóppola en una entrevista que me pareció muy acertada: “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra…” Sinceramente, me pareció triste el silencio que guardó la Unión por momentos, sin darle ningún tipo de apoyo y contención a los jugadores, y dejándolos en repetidas oportunidades librados al azar.
De la sanción publicada en los últimos días, no hay mucho para decir. Considero que es totalmente contradictoria, ya que indica que por el tiempo transcurrido la acción está prescripta y entonces no se entiende para que les hacen cumplir a los jugadores esta serie de trabajos, cursos y demás. ¿Acaso la sanción inicial no había sido levantada porque entendieron que estos jugadores habían evolucionado y que estaba claramente identificado que ya no eran las mismas personas?
Personalmente, prefiero quedarme con el lado romántico del rugby. A lo largo de mi carrera he tenido la oportunidad de observar numerosos casos en los cuales el rugby ha transformado literalmente la vida de muchísimas personas. A pesar de que el rugby trata de ser catalogado como un deporte “clasista” por algunos sectores de la sociedad, no hay nada más lejano de la realidad. Prueba de esto, son las innumerables Fundaciones y Clubes de escasos recursos que a lo largo y ancho del país generan una gran contención y educación, y transmiten un gran sentido de pertenencia a chicos y grandes.
Por eso es que pienso que estos chicos que escribieron esos tweets completamente repudiables y fuera de lugar hace tantos años, hoy son personas completamente diferentes que han evolucionado notablemente. Y no me cabe duda que un deporte híper formativo, de gran capacidad de contención y generador de valores como es el rugby, tuvo mucho que ver en esa evolución y ha sido fundamental no sólo en el desarrollo de su carácter, sino en fomentarles el respeto, y la formación de hábitos sanos a los jugadores en cuestión.
Y cada vez que hablamos de este tipo de cosas, lo primero que se me viene a la mente es la imagen de François Pienaar, capitán de los Springboks, recibiendo la Copa del Mundo de 1995 de la mano de Nelson Mandela – de quien soy un ferviente admirador -. Y pienso, ¿ustedes creen que durante todo ese proceso, conociendo los graves problemas raciales que enfrentaba Sudáfrica en esos momentos, Pienaar no cambió su manera de pensar y evolucionó como persona? Después de todo, y como decía el propio Mandela: “El deporte tiene el poder de transformar el mundo. Tiene el poder de inspirar y de unir a la gente como pocas otras cosas”.
FUENTE-cordobaxv.com.ar